La transformación digital que las Fintechs han liderado en los últimos años prometen accesibilidad, velocidad e inclusión financiera, pero en esa misma velocidad, el riesgo también se ha sofisticado. Dentro de un ecosistema que opera sobre datos y automatización, los fraudes y amenazas internas ya no son incidentes aislados: son vulnerabilidades estructurales.
Uno de los factores más preocupantes es la baja cultura de protección de datos, no solo dentro de las Fintech, sino en las sociedades que las rodean. Casos como el de Hong Kong en 2024, donde información sensible de solicitantes de empleo fue usada para suplantaciones de identidad, evidencian lo sencillo que resulta para los actores maliciosos construir perfiles completos con datos disponibles públicamente.
En Singapur, una agencia gubernamental liberó por error miles de identificaciones NRIC en un portal público. Aunque el acceso fue restringido días después, los buscadores automatizados ya habían hecho su trabajo. Las consecuencias fueron inmediatas: bancos cambiaron políticas de autenticación y los ciudadanos tuvieron que modificar contraseñas basadas en esos datos. (FinTech – What’s New and What’s Needed, 2025)
El fraude interno es una amenaza silenciosa. A menudo disfrazado como error humano o negligencia, tiene impactos reales: desde filtraciones de credenciales hasta pagos no autorizados. Según el Global Cybersecurity Outlook 2025 del Foro Económico Mundial, el 71% de los líderes cibernéticos cree que las organizaciones pequeñas y medianas ya han cruzado el umbral donde no pueden protegerse por sí solas del creciente nivel de riesgo cibernético.
Y aunque las regulaciones buscan fortalecer la resiliencia, su fragmentación añade más complejidad. Más del 76% de los CISO entrevistados aseguran que esta fragmentación afecta directamente su capacidad de cumplir normativas.
Los casos de fraude donde se usa inteligencia artificial generativa para clonar rostros o voces están en aumento. Para contrarrestarlo, surgen tecnologías, que utilizan biometría para mayor seguridad. Aunque es más seguro que los sistemas tradicionales, también impone un nuevo reto: la irreversibilidad del daño. Una tarjeta de crédito se puede reemplazar; tus venas no. La autenticación biométrica, aunque potente, necesita capas adicionales de respaldo y detección de vida para evitar suplantaciones.
Mientras más se automatizan los procesos, mayor es el riesgo de que una vulnerabilidad pase desapercibida. Aquí es donde la inteligencia artificial también juega a favor de los defensores: detección temprana, monitoreo continuo, análisis de comportamiento y clasificación automática de vulnerabilidades se convierten en aliados críticos. Ya se habla de asistentes tipo “AI-CISO” que optimizan decisiones de ciberseguridad con recursos limitados.
El futuro del ecosistema Fintech depende no solo de las soluciones que implementen para enfrentar amenazas externas, sino de su capacidad para mirar hacia adentro. La confianza no puede ser ciega. Las organizaciones deben asumir que el riesgo interno —ya sea intencional o accidental— es tan crítico como un ataque externo.
La adopción de AI, autenticación biométrica y modelos de seguridad basados en comportamiento es clave. Pero ninguna tecnología reemplazará la necesidad de una cultura de seguridad integral, una estrategia de gestión de identidades robusta y una política clara de “zero trust” también hacia dentro de la organización.
Global Cybersecurity Outlook 2025 – Insight Report, World Economic Forum, January 2025
FinTech – What’s New and What’s Needed, 2025
Cybersecurity Forecast 2025 Report
Fintech & Advanced Payments Report 2025
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