En el día a día de cualquier empresa, la identidad digital debería ser la llave que abre oportunidades. Sin embargo, en muchas organizaciones se ha convertido en un obstáculo silencioso: contraseñas que se olvidan, roles obsoletos que nunca se revisan, auditorías que consumen semanas de trabajo y accesos que siguen activos cuando ya no deberían existir. Esa fricción no solo desgasta a usuarios y equipos de TI: también frena la innovación y encarece la operación.
Lo que antes parecía una “buena práctica” hoy es una deuda técnica. Los modelos heredados de gobernanza de identidad, basados en cuentas dispersas y contraseñas estáticas, han creado un ecosistema complejo, costoso y poco seguro. La paradoja es evidente: mientras más candados se agregan, mayor es la burocracia y más vulnerable queda la organización.
La fricción no solo afecta a la seguridad: impacta en la experiencia del cliente y del colaborador. Un acceso complicado o burocrático se traduce en abandono de procesos digitales, pérdida de productividad y frustración en quienes deberían estar enfocados en generar valor. La identidad, que debería ser la puerta de entrada más fluida, se convierte en un laberinto que nadie quiere atravesar.
Aquí es donde surge la oportunidad de reencuadrar la identidad digital. En vez de verla como un mecanismo defensivo, Juan Ignacio Torres, experto en Gestión de Identidad y Director de Servicios de Consultoría para TEC360, propone transformarla en un habilitador estratégico, apoyado en los tres principios que marcan el futuro: Accountless, Passwordless y Frictionless.
Este marco no es teórico ni futurista. Hoy, gracias a estándares probados como OAuth2, FIDO2 y OIDC, y a tecnologías líderes como Okta y Auth0, es posible reducir drásticamente la fricción y transformar la identidad en un motor de confianza y crecimiento. La diferencia está en adoptar una visión consultiva, que no se limite a sumar herramientas, sino que diseñe arquitecturas modernas que reduzcan la deuda técnica acumulada.
El mensaje es claro: las empresas que siguen atadas a contraseñas, cuentas dispersas y roles estáticos están pagando un alto costo oculto. Las que apuestan por un modelo Accountless, Passwordless y Frictionless liberan recursos, reducen riesgos y elevan la confianza de clientes, colaboradores y socios.
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